BARCELONA BRUTA


Cuanto mas remuevo la mierda, mas mierda sale.....

jueves, 14 de septiembre de 2017

Si no sabes Vender.... (9)



Si no sabes vender, no llames clientes a los que sirves o administres algo y, si tu trabajo consiste en dar servicio ¿qué haces allí si no sabes venderlo?
Al parecer, en cualquier otro sector, se da por hecho la responsabilidad personal y corporativa durante el ejercicio profesional; los comerciales deben saber vender adaptando el producto o el servicio a las necesidades del consumidor, los hospitales y los médicos hacen lo mismo hacia los pacientes, las administraciones publicas actúan igual ante los contribuyentes y hasta las fuerzas de seguridad van en el mismo camino avanzando en formas y tratos. ¿Qué está pasando en el sector de los servicios sociales? Al parecer, los profesionales tienen la tendencia y facilidad moral de crear y desarrollar programas en base a sus propias comodidades y no a las de los usuarios. 
¿Cómo ha sido y es todavía posible? Pues la fuerza de este estado de cosas proviene de la pasividad del resto, es decir, de los demás ciudadanos contribuyentes. Giran la vista, miran hacia otro lado y no quieren saber nada de este mundo, de como se gestiona y de que manera resulta beneficioso o perjudicial su presencia para la sociedad. El hecho de que el sector de los servicios sociales se haya inmerso en la edad media, radica en en el hecho de que, las demás personas no quieren saber nada de si tienen algún familiar pobre y en caso que lo tuvieran, harían lo posible en no reconocerlo o que los demás no sepan que hay relación alguna. 
Así de malvados somos como personas, pues somos de la peor calaña posible y nos quejamos cuando nos toca. Las personas que están actualmente en situación de exclusión, antes de que lo fueran, actuaban igual que actuamos nosotros ahora, con ignorancia, con pasividad y sin ningún interés por los que pueda pasarles a las personas excluidas. Un sector descuidado se convierte en un dinosaurio, no avanza más, nadie está dispuesto a modernizarlo o a revolucionarlo, sino todo lo contrario, todos lo utilizan tal cual está y pasan página. Pero, 
¿Qué ocurre con las personas que dependen de este sector rígido y descuidado? Pues sufren, sufren ignorancia, apatía y exclusión;
la exclusión sufrida bajo el manto de una institución así se convierte en la norma y por consiguiente, la exclusión se torna institucionalizada por refuerzo natural. Un trabajador social puede, tranquilamente, ofrecer una plaza a alguien para que duerma en un antro situado en una zona industrial, bajo multitud de normas y reglas que le despoja de su personalidad y dignidad, y nadie puede cuestionarlo o no hay nadie para hacerlo. Estos mismos profesionales, en su día a día de sus vidas, acuden a todo tipo de servicios públicos en igualdad de condiciones y buena calidad de atención y servicio; pero lo que dan a cambio, ni siquiera se acerca en una décima parte. ¿Qué se está enseñando en las carreras de trabajo social y educación social? 
¿Qué clase de profesionales están fabricando allí? ¿Acaso no se les enseña a ser personas responsables para con la sociedad y los derechos de cada ciudadano? No digo que sea culpa de ellos, pero ayudaría un poco concienciar sobre lo crueles que pueden llegar las buenas personas bajo sistemas podridos o faltos de regulación. El libro de Philip Zimbardo con su Efecto Lucifer debería ser manual de obligada lectura y estudio en estas carreras. El autor ilustra perfectamente las consecuencias de la naturaleza humana bajo un sistema no regulado, de escasa regulación o con libertad de actuación. Lo que ha pasado en el sector de los servicios sociales es lo mismo que ha pasado en aquella cárcel simulada de Zimbardo, donde unos buenos chavales, por vestir unos uniformes de carceleros y poder actuar como tales sin instrucciones previas, han introducido sus ideas, pensamientos e imaginaciones para dar como resultado a un régimen de terror y humillación. Si un cliente deja de comer en un restaurante, deja de comprar un producto o deja de utilizar un servicio, es culpa del que lo gestiona, pero cuando una persona destruida mentalmente y aplastada por la sociedad no quiere aceptar un recurso social, la culpa es suya misma y no de los que le proponen dicho recurso. ¿Le parece esto bien? ¿Hay algo de profesionalidad o justicia en esto? Lo dejo a la opinión de cada uno .. Piénsalo bien.

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